La antigüedad de este icnofósil, datado en el periodo Carbonífero, unos 300 millones de años, hace que sea una rareza, ya que según los paleontólogos lo habitual es encontrar fósiles menos antiguos y como única evidencia, las alas de los insectos y no como en este caso del cuerpo entero. La impresión hallada arrojará luz sobre cómo se movió el insecto una vez aterrizó, así como la posición de sus patas y otros detalles de su anatomía. Una primera descripción anatómica, aún preliminar, sugiere que esta antigua especie podría estar emparentada con la efímera cachipolla actual(en la fotografía), que es un insecto que mide unos dos centrímetros de largo y que apenas vive un día.
El Mundo.es Fotografía de una cachipolla de www.infojardin.com
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